Incursión del salinero Felipe Mojarra, de 46 años, junto al capitán ingenieros Lorenzo Virués, de treinta y tantos largos, trigueño de pelo y bigote, en líneas enemigas para tomar nota sobre posiciones francesas.
“Cuatro horas le ha llevado guiar a su acompañante por el caño de San Fernando… [hasta] las fortificaciones enemigas en el reducto llamado de los Granaderos” (113)
“… en el último tramo de vuelta a la Carraca, van a tener la corriente en contra […] cosas propias de la curiosa guerra que se libra en las salinas…” (118)
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