Después de leer el libro me entretuve en ir recopilando fotos de los escenarios que aparecen. Una forma amena de descubrir nuevas curiosidades relacionadas con la historia de Cádiz. El seguir este blog puede facilitar la lectura del libro o complementarla para profundizar más en él. No es mi recomendación no leer el libro, pero si alguien anda falto de tiempo o prefiere abreviar, puede hacerlo por aquí. La mayoría del texto son extractos. Queda así en forma resumida. Los números entre paréntesis son la referencia a las páginas en la edición de bolsillo. Las fotos que llevan asteriscos no son mías.

viernes, 3 de febrero de 2012

Cap. 15 Esc. 8

Los relámpagos iluminan la ciudad, se confunden con el tronar de la artillería francesa, que ha intensificado el bombardeo. El fuerte de Puntales devuelve cañonazo por cañonazo. (683)

Foto 15.8.1 Fuerte de Puntales.

Rogelio Tizón recorre las calles de la zona vieja. No todas las bombas estallan. En la plaza de San Juan de Dios, sí que lo hace una. (683)


Foto 15.8.2 Pza San Juan de Dios.

Él ha cumplido con el francés Simón Desfosseux liberando al taxidermista Fumagal, o “lo que queda de él –un fantasma demacrado y tambaleante-“, dejando que cruce la bahía en un canje de prisioneros. Por su parte, el artillero francés ha disparado hasta en tres ocasiones en los lugares que él le ha hecho saber, en días y horas convenidos, sin resultado, excepto un par de casas demolidas, cuatro personas heridas y un muerto. (684)

Es difícil elegir dichos lugares. El arco del Pópulo es uno de esos puntos inquietantes. “Pensativo, el policía contempla la bóveda del pasadizo.” (685)


Foto 15.8.3 Arco del Pópulo.

Durante dos noches mantuvo aquí un cebo, una joven reclutada en la calle de Hércules. No hubo resultados. El asesino no acudió a la cita. La bomba sí, cayendo la pasada madrugada en la cercana calle de la Virreina.

Foto 15.8.4 Calle Hércules.

Foto 15.8.5 Virreina. Desaparecida. Antes en zona Catedral.

El lugar es adecuado y las condiciones propicias, por eso sigue dando vueltas bajo la lluvia, escudriñando cada rincón. Entonces advierte una sombra bajo las tinieblas del arco. Se acerca con cautela, listo el bastón. Es Ricardo Maraña, que se está aliviando; al acabar, se abrocha la portañuela. Le interpela. El otro se muestra hosco. Aparece un tercero, es Pepe Lobo. La cosa se pone fea. Al final resuelve: “Voy detrás de alguien, y me confundí en la oscuridad”. Luego se reconocen. Tuvieron una conversación el verano pasado en un colmado de la Caleta, cuando el comisario seguía los pasos del Mulato. Ellos andan divirtiéndose en una taberna cercana. Mañana salen a la mar. Disuelta la tensión se despiden con desconfianza. El policía, mientras se aleja, recuerda además: Lobo es el capitán del que dicen hace meses le pegó un tiro a un capitán de ingenieros en el arrecife de Santa Catalina. El muy correoso cabrón. (689 ss.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario