Lobo repasa con Maraña la misión suicida en la camareta de la balandra. La carta náutica de la bahía está sobre la mesa. Tres millas separan a la balandra del fuerte francés de Santa Catalina. Las señala con el compás. Desde allí, hacia poniente, la costa describe un doble arco de cinco millas: del fuerte al cabo de la Puntilla, y de este a la punta de Rota. Hay seis baterías francesas defendiendo esa costa: aparte de Santa Catalina, las de Ciudad Vieja, Arenilla, Puntilla, Gallina y las del muellecito de Rota. El piloto apunta que si rola viento, por poco que sea, no ganarán el fondeadero. Pues entonces, pasarán de largo. (733 y ss)
Pepe Lobo se dirige a la tripulación. Escueto. A gente como esta basta hablarle de botines, y eso hace, detallando cantidades. Manda recado a un viejo marinero que hace de enlace en un botecito con tierra que avise a la señora de que parten.
Piensa Pepe Lobo en Lolita Palma, lo que estará haciendo ahora, y en su última conversación. Dijo saber cuanto necesita, de él, para pedirle le que le pidió, y mirarlo como lo miró. Él, torpe, vio apagarse su rostro en la noche sin atreverse a besarlo una vez más.
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