Lolita Palma viene en calesa hasta la plaza de la Cruz de la Verdad, conocida por el Mentidero. Deja que el cochero y la doncella esperen en la esquina de la calle Veedor. Las bombas caen con sistemática frecuencia, y la plaza se ha convertido en un campamento nómada, a salvo esta zona del alcance de la artillería enemiga. (720)
Pepe Lobo está cenando en la pulpería del Negro, esquina con la calle de Hércules, frente al café del Petit Versalles: “establecimiento de dudosa fama, especializado en sardinas en espetón, pulpo asado y vino tinto. […] a los marinos y forasteros atraen las mujeres que, al caer la noche, rondan la calle misma y la cercana alamedilla del Perejil.” (720)
Foto 17.1.3 Esquina calle Hércules. |
Lolita aborda a Pepe Lobo, tiene un problema, los franceses han capturado el bergantín Marco Bruto, ayer, frente a punta Candor. Es una desgracia. Habla de la valiosa carga, incluido los veinte mil pesos vitales para la supervivencia inmediata de la firma familiar. Ahora está resguardada tras la punta de Rota, en cuanto mejore el tiempo lo llevarán a Sanlúcar para descargarlo. ¿Y ha venido a buscarlo para contárselo? Quiere que lo recupere. Imposible meterse en Rota. Estará protegido por las baterías de la Gallina y la Puntilla. Lolita insiste, se podría intentar de noche, bastará cortar el fondeo y largar alguna vela para que derive y se aleje de tierra. Luego algunas cañoneras de la Armada pueden proteger la retirada, es la única colaboración que de esta puede conseguir.
Echan a andar. La plaza del Mentidero se estrecha en dirección a la explanada, la muralla y el mar, entre el parque de artillería y los pabellones militares de la Candelaria.
Los marinos tendrán una prima adicional sustanciosa. Pepe Lobo se sorprende. Le asegura que la situación es angustiosa. Pero es un suicidio meterse allí. Paran en el antepecho de la muralla, como en la noche de Carnaval. Miran el agua que la marea y el viento remueve en la piedra de los Cochinos. A lo lejos, la luces temblorosas y tenues tras la punta de Rota. Seis millas de distancia. (727)
La única forma sería arrimarse al castillo francés de Santa Catalina y bajar luego muy cerca de la playa. Abría que abordar el bergantín, reducir a la gente que tenga. Puede intentarse, sin mucha garantía de éxito. Pero ¿por qué habría de hacerlo? Porque se lo pide, contesta Lolita. Pueden matarlo, y a toda su gente, dice Lobo. Lo sabe. No puede prometerle nada, ni tampoco exigir que lo haga, tampoco puede decidir por la tripulación. Está de acuerdo. Recuerdan el beso. Que la besara no le da derecho a disponer de su vida. No; sí a mirarlo como lo mira. Lo conoce bien. Lo mejor que haya podido conocer nunca a hombre alguno. Él se acerca. Ella retrocede. En otro lugar del mundo… También ella… Cádiz. Sí; Cádiz… Solo entonces ella se atreve a apoyar su mano ligera en el brazo. Nota bajo los dedos, bajo el paño de la casaca, los músculos tensos del corsario. (732)
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