Gregorio Fumagal, el taxidermista, quema los papeles comprometedores en la estufa. Sabe que está siendo vigilado desde hace días. Una silueta se aposta disimuladamente cada noche en la esquina de la calle de las Escuelas con la de San Juan.
Foto 11.4.1 Esquina San Juan y Escuelas (Obispo Urquinaona) |
Foto 11.4.2 Esquina san Juan. |
Foto 11.4.3 Esquina San Juan y Escuelas. |
Rasga el plano de Cádiz donde ha apuntado durante largo tiempo, minuciosamente, las bombas caídas, y lo mete en la estufa también.
Llaman a la puerta. En el descansillo un hombre con sombrero de hule y carrick encerado que gotea agua de lluvia, nariz aguileña, dos espesas patillas que unen el bigote, en la mano el bastón con puño de bronce. Es Rogelio Tizón, el comisario de policía se presenta. No le coge las insinuaciones. Es más explícito: hace pocos días dieron garrote al Mulato en los fosos del castillo de San Sebastián. Pero antes, habló de él. Fumagal queda callado. Al fin le anuncia el comisario su detención por espía francés y por el asesinato de seis mujeres.
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