Después de leer el libro me entretuve en ir recopilando fotos de los escenarios que aparecen. Una forma amena de descubrir nuevas curiosidades relacionadas con la historia de Cádiz. El seguir este blog puede facilitar la lectura del libro o complementarla para profundizar más en él. No es mi recomendación no leer el libro, pero si alguien anda falto de tiempo o prefiere abreviar, puede hacerlo por aquí. La mayoría del texto son extractos. Queda así en forma resumida. Los números entre paréntesis son la referencia a las páginas en la edición de bolsillo. Las fotos que llevan asteriscos no son mías.

viernes, 13 de enero de 2012

Cap. 8 Esc. 3

Siguiendo los muros encalados del convento de Santo Domingo, Rogelio Tizón, en noche de espesa bóveda de estrellas, alcanza la calle la Goleta, donde le espera la partera tía Perejil, para consultar a la vieja adivina la Caracola. (385)
Foto 8.3.1 Santo Domingo

Foto 8.3.2 Santo Domingo

Foto 8.3.3 Goleta

Foto 8.3.4 Goleta

La adivina entra en trance y ve un lugar santo, una cueva, ¿la Santa Cueva?, pregunta Tizón. Al final la llama bruja farsante y vieja puerca. Sale de allí.

Avanza blasfemando por las callejas del barrio de Santa María. Llega a la esquina de la calle de la Higuera. Oye música de un tugurio. Sigue caminando. Junto a la luz de un farolito en una plazuela frente a la torre de la Merced pasea una joven prostituta. 
Foto 8.3.5 Higuera

Foto 8.3.6 Higuera

Foto 8.3.7 Torre de la Merced.

La aborda, le pide papeles, él no paga putas, se acuesta con ellas cuando le parece. A veces se deja caer por la mancebía de la viuda Madrazo, una casa elegante de la calle Cobos, por la de doña Rosa o por la de una inglesa que tiene abierto local detrás del Mentidero; también lugares sórdidos del barrio Santa María o frente a Puerta de la Caleta. 
Foto 8.3.8 Cobos

Foto 8.3.9 Mentidero

Foto 8.3.10 Puerta de la Caleta.

Foto 8.3.11 Enfrente Puerta de la Caleta

Entra en un cuarto en planta baja, la vieja enlutada lo reconoce, se retira como un trasgo. Hace desnudarse a la prostituta, colocarse como la obligaría el asesino que busca, la deja marchar dándole un doblón, sin tocarla. (396)

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