Expedición urbana de Rogelio Tizón acompañado de Hipólito Barrull para localizar vórtices, llevando todo el aparataje necesario: barómetro Spencer, termómetro Megnié, plano de la ciudad, brújula. Han ido por las zonas donde se cometieron los asesinatos, empezando por el perpetrado hace ya un año en las cercanías de Puerta Tierra. Incluso lleva consigo los registros meteorológicos de la Real Armada, correspondientes a esos días.
Ahora despiden a Cadalso, caminan a lo largo de la tapia de los Descalzos, en busca de la plaza de San Antonio y de una tortilla en el colmado del veedor. “En ese tramo… se cruzan con poca gente: un vendedor callejero de habanos de contrabando… y un ebanista de caoba que trabaja en la puerta de un taller.” (589)
Hacen balance de la jornada. Ha sido decepcionante. Nada claro.
Paran cerca del convento, “en la plazuela que se ensancha desde la calle de la Compañía. Las tiendas y los puestos de flores aún están abiertos. La gente desocupada pasea entre las bocacalles del Vestuaro y de la Carne, o se congrega en torno a los cuatro toneles que, a modo de mesas, hay en la esquina de la taberna de Andalucía…” (591)
Foto 13.3.3 Carne. Actual columela. |
Foto 13.3.4 Vestuario. Actual Barrie. |
Foto 13.3.5 Flores. |
Foto 13.3.6 Flores desde Compañía. |
“Han doblado una esquina y suben despacio por la cuesta de la Murga, bajo las rejas verdes y las celosías de los balcones…” (593)
Tizón se ha quedado inmóvil en la esquina con la calle San Miguel. “En una hornacina situada en alto, un arcángel atropella a un diablo, espada en mano.” Percibe uno de tales vórtices, sin discernir si ha sido poco antes de la visión del arcángel, o como consecuencia de esta. El aparataje medidor se lo llevó Cadalso. (595)
Al final la sensación se esfuma. “De nuevo una estatua de San Miguel en su hornacina y la cuesta de la Murga a las seis de la tarde, un día cualquiera.” (596)
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