“Es noche de sábado. La animada multitud que sale del teatro desemboca por la calle de la Novena en la calle Ancha.” (597)
“En la puerta del café que hace esquina con la Amargura… Pepe Lobo y Roberto Maraña contemplan en silencio el desfile.” La patente ya fue devuelta a la Culebra hace cinco días, vuelven a ser corsarios. (598)
Pepe Lobo advierte entre la gente a Lolita Palma, en un grupo formado por el primo Toño, un diputado, Lorenzo Virués, etc. “sable al cinto, charreteras de capitán de ingenieros en la casaca azul turquí con solapas moradas, plumero rojo con escarapela y galón de plata en el sombrero.” (599)
Lolita Palma advierte su presencia, y se acerca a saludar. “Vestido de color rojo muy oscuro a la inglesa, con chal turco, negro, sobre los hombros, prendido al pecho por un pequeño broche de esmeraldas. En las manos, guantes de piel y bolso de raso alargado, de los habituales para llevar abanico y anteojos de teatro… pendientes de esmeraldas sencillas y… sobrerito de terciopelo sujeto con aguijón de plata.” (599)
Lolita Palma se detiene, y con ella el grupo, mirando a Pepe Lobo. Este se aproxima para saludar. Es invitado a acompañarlos a la confitería Burnell, él declina la invitación.
El diputado le invita mañana a comer en la posada las Cuatro Naciones, para que le cuente la experiencia de Tarifa.
Foto 13.4.4 posada las Cuatro Naciones.
Virués interviene con un comentario cínico sobre la situación pasiva de su barco en aquella misión, él se muestra hostil, no es quién para tal comentar, ya que acostumbra a ver los toros desde la barrera. El grupo se aleja prudentemente en dirección a la plaza de San Antonio.
El malhumor de Pepe Lobo le hace proponer a su primer oficial ir a buscar mujeres, que sean rápidas y no den conversación. A la calle la Sarna, propone Ricardo Maraña.
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